arrastrado por la fiera marejada?
De todo aquello no ha quedado nada.
Era apenas, tal vez, lo que tenía.
Fiera las garras sobre mí se abisma
y tu silencio, sin fin, en si no cabe.
El dolor que dejaste nunca sabe
cuánto el dolor, acaso, significa.
Busco y la pena me empaña, me limita.
Torva se oculta la razón del hombre,
se estira, se retuerce, escarpa torpe
el socavón que busco en tu partida.
Solo el azar sobre la voz se inclina,
ronco el gemido que oculta la distancia.
Y la fuerza, dolida, se desgarra
en la inquietante raíz de la caída.
Y no sé qué siniestro pensamiento
oscureció de pronto tu mirada;
pero mi frente altiva, sin palabras,
calló silente el loco sentimiento.
Y se hundió, roto el tiempo y la partida,
fue el final de aquello que se ha muerto.
Sopla impasible, pertinaz, el viento.
¿Sabes, acaso? Se ha
perdido el día.
Cuando la oscuridad se cierne sobre el corazón, no hay más dolor que contemplar la falta. Qué bueno, Alberto!
ResponderBorrarGracias Alfmega. Como siempre atinada en tu mensaje. Un beso amiga
ResponderBorrarLa pena que nuestra vida empaña, ese viento gélido que sobre nosotros sopla, la vida, la vida es solo un pequeño destello de luz hasta que la oscuridad nos atrapa...
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