EL PARAISO O EL INFIERNO

Cuando uno expone sus trabajos al publico puede tener una respuesta agradable o ser ignorado olímpicamente. Pasamos del paraíso al infierno en pocos instantes. Y uno debe hacer el ejercicio de construir lo que le gusta sin importarle lo que el otro piense. Si algo es bonito para mi deberá ser suficiente. Es un ejercicio difícil. Las caricias son agradables, pero lamentablemente hoy las manos están para otra cosa.

lunes, 15 de diciembre de 2014

ODEIM, el Señor de las Tinieblas.

El niño se internó en el bosque. Era un camino que solía tomar con frecuencia ya que acortaba su recorrido, a pesar de que varias veces le habían advertido que no lo hiciera.
Pero ese día estaba feliz y se entretuvo corriendo detrás de algunas mariposas multicolores. Mojó sus pies en el riacho que atravesaba la región. Saltó de piedra en piedra y hasta un pececillo le hizo compañía durante un buen tiempo.


Cuando se dispuso a volver se dio cuenta que se le había hecho muy tarde. Caminó lo más rápido que pudo pero el camino comenzó a desaparecer cubierto por las sombras.
Comprendió que no tenía otra alternativa que buscar un refugio y esperar que llegara el nuevo día.
Vio un viejo árbol. En su grueso tronco una cavidad le daría la guarida necesaria.
Se acomodó como pudo y se cubrió con la chaqueta. Sabía que a la noche la temperatura bajaba marcadamente.
La noche se hizo dueña de cada uno de los espacios y el bosque calló sus ruidos. Un silencio salpicado por el crakeo de las lechuzas o el canto de los grillos.
El niño se hizo lo más pequeño que pudo. Se apretó contra el tronco que pareció abrazarlo. Giraba su cabeza con cada sonido que escuchaba.
Un aleteo entre las ramas lo sobresaltó.
Intentó dormir, pero no podía.
De pronto, de lo más profundo del bosque una sombra negra se fue extendiendo ocupándolo todo. Unos ojos brillantes, siniestros, se movieron serpenteantes, hasta llegar al hueco donde el chicuelo se refugiaba.
Una carcajada grotesca se desparramó por el bosque. Algunas aves volaron y los grillos cesaron su música bruscamente.
-          ¿Qui.. quien eres? – preguntó el muchacho.
-          Soy ODEIM… -
-          ¿O… Odeim?… -
-          El señor de todos estos bosques, dios de la oscuridad, maestro de las aves y los insectos – y continuó - ¿Qué haces en mi reino? –
El pequeño trataba de verlo pero se movía constantemente y su figura se tornaba borrosa.
-          Me distraje y me atrapó la noche… estoy volviendo a casa –
-          ¿Y piensas que podrás? ¿Qué te permitiré salir de mi reino? –
El niño sacudió su cabeza como negando y al moverla golpeó contra un reborde del árbol. Eso terminó por despertarlo.
Y entonces vio que los primeros haces de luz penetraban entre las hojas amarillas de los árboles.
Volvió a ver el camino y reconoció el sonido del río.
Fue allí cuando se paró y, haciendo bocina con sus manos, grito a todo pulmón.
-          ¡No existes Odeim! No eres otra cosa más que un monstruo de mi imaginación, de mis temores… ¿Y sabes que? Ya no te tengo miedo –
Y como si hubiera pronunciado una palabra mágica el sol se abrió paso iluminando las flores del camino, que se desplegaban al vuelo de las abejas y las mariposas.



El joven había aprendido algo nuevo que le iba a servir para toda la vida. Nunca más volvió a tener miedo. El señor de las tinieblas solo existe dentro de uno y cuando lo descubres puedes vencerlo con facilidad.
Volvió feliz a su casa, pero nunca contó lo que le había sucedido.
Era una experiencia que le pertenecía y se sentía orgulloso de haberla superado.

Pero, por las dudas, nunca más se le volvió a hacer tarde cuando tuvo que cruzar el bosque.

Alberto Colonna
PACO2014

Nota; Si pones ODEIM frente a un espejo y lo lees conocerás el verdadero nombre del rey de las tinieblas.

2 comentarios:

  1. Buena buena buena... Reflexión, cuento...cono lo quieras tratar. Muy acertado en el planteamiento ese tema de los miedos interiores de cada uno. Me lo llevo kompa, un abrazo y feliz semana. :)

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  2. Gracias Mikel. Es un honor que te lo lleves. Me pone muy feliz que te haya gustado. Un abrazo grande.

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