EL PARAISO O EL INFIERNO

Cuando uno expone sus trabajos al publico puede tener una respuesta agradable o ser ignorado olímpicamente. Pasamos del paraíso al infierno en pocos instantes. Y uno debe hacer el ejercicio de construir lo que le gusta sin importarle lo que el otro piense. Si algo es bonito para mi deberá ser suficiente. Es un ejercicio difícil. Las caricias son agradables, pero lamentablemente hoy las manos están para otra cosa.
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domingo, 9 de octubre de 2016

LOS TÍTERES (Mi homenaje)



El primer paso es escoger una calabacita apropiada. Esa que usamos para hacer un mate.
Luego se cortan tiras de papel de diario y se ponen a remojar.
Con harina y agua se prepara el engrudo.
En el hueco del mate se coloca un tubo de cartón que sobresalga unos tres o cuatro cms del borde.
Capa por capa se cubre el mate con el papel húmedo y embardunado con el engrudo y se lo extiende hasta el tubo de cartón.
Con el mismo papel, pero ya amasado y transformado en una especie de pasta se arman los rasgos que uno pretende en la cara. La nariz, las cejas, los párpados que van a dejar el espacio para los ojos, los pómulos y los labios. En la parte inferior se hace un pequeño reborde, como para que no se deslice el futuro vestido.
Se lo deja secar y con témpera o acrílico se lo pinta. Las cejas oscuras, los pómulos rosados o rojos, los ojos blancos y luego el centro con el color elegido.
Finalmente se le pega el cabello, los bigotes y la barba, si el personaje lo requiere, y hasta pueden colocarse en los ojos alguna piedra o botón que lo haga resaltar.
Finalmente se tomará una tela y se cortarán dos partes iguales. Un rectángulo largo y levemente ancho. En uno de los extremos dos rectángulos, uno a cada lado más cortos, hacia los lados y en ese mismo extremo, pero en la punta, un rectángulo pequeño. Se cose en el borde. Dejando libre los extremos de las rectángulos laterales y el del extremo y el opuesto de la parte gruesa.
Se da vuelta  como si fuera una media. En el extremo de los pequeños rectángulos se cosen las que van a ser las manos, hechas con tela de color rosa o blanca. Por el extremo del rectángulo superior se introduce la parte que corresponde al tubo y se lo ajusta. El reborde no permite que se salga.
La mano se introduce por la abertura grande, el dedo índice va en el tubo, para mover la cabeza, el pulgar en uno de los cilindros, sería el brazo izquierdo y el medio en el otro, o sea el derecho. 
Ya tenemos un títere de guante
En otra oportunidad les voy a contar como se hace el teatro, aunque yo he podido ver al más grande de los titiriteros de la Argentina, Maese Javier Villafañe, improvisar uno con una simple frazada, porque la magia estaba en sus manos y sus palabras, más allá de cualquier escenario.
La marioneta o títere de varilla son otra cosa y también les enseñaré como se hacen. Pero nunca fueron los nuestros. Los poetas trashumantes, que iban de pueblo en pueblo, usaban títeres de guante. Todo lo demás era para la gilada, como tantas cosas en el arte.
Hagamos la salvedad que había compañías de marionetas internacionales, como los Puppi de Podreca, que eran maravillosos y que hacían representaciones espectaculares. Pero eso eran situaciones especiales.
Siendo pequeño conocí a Sara Bianchi y Mané Bernardo, ya en ese entonces tenían en mente crear el museo de títeres. Al igual que mi padre muchos nunca le enviaron alguno de sus muñecos para ese fin y por ello hoy no figuran. Pero eso no quita que deberían tener un espacio que los recuerde porque fueron los que alimentaron la profesión de titiritero. No eran los cajetillas que se movían cómodamente en Buenos Aires. Eran los que recorrían los caminos de los diferentes pueblos, sin detenerse demasiado en ningún lugar, haciendo amigos transitorios en cada sitio, dándoles ese color romántico a los magos de los muñecos, que a veces eran la única expresión de libertad que se filtraba entre las rejas de los dictadores.
En un papelito pequeñito, que muy pocos leen, se recuerda a los hermanos Di Mauro. Ni se menciona a Pepe Ruiz, que con su teatro del Tío Pepe, seguía los pasos del más grande de todos, el heredero directo de los Títeres de Cachiporra de Federico García Lorca, que con su carreta, llamada “La andariega”, con su infaltable mameluco, su barba y su panza, el enorme Javier Villafañe, llevó la alegría y el mensaje titiretil a los rincones más alejados de nuestra América.
Es una pena que lo que debiera ser un reservorio de la memoria para aquellos que no vivieron ese maravilloso mundo no los tenga en cuenta y se regodeen en la actividad de algunos que se movieron en la comodidad de su capacidad diplomática o política. Pero así es la vida.
Sin embargo la memoria no muere, la llama se mantiene viva en todos aquellos que alguna vez se entusiasmaron y gritaron frente a esa ventanita donde, se abría el cortinado, para acceder a un mundo de fantasía y de arte.
Los que tuvimos la suerte de ver, como yo, a los presos de la cárcel de Azul, entusiasmarse  con los títeres de Javier, con su teatro del Paraguas, no pueden olvidar ese mundo de maravillas.
Y no puedo dejar de rendir mi homenaje a los Títeres Cololem (Colonna-Lembi). Pionero en muchas de las técnicas, que sorprendían y copiaban todos aquellos que visitaban mi casa o con los que nos encontrábamos en el olvidado Festival de los Niños en Necochea.
Y permítanme que, inmodestamente, agregue aquí al teatrillo Colosan (Colonna-Sanguinetti) que con mi amigo/hermano Néstor Sanguinetti animábamos permanentemente las fiestas familiares.
La visita al Museo Argentino del Títere, movió muchas cosas dentro de mí. No pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas. Es una pena que solo sea un muestrario de algunas cosas y no de las más importantes, pero como siempre le digo a Mirta, “uno es más que cero”.


miércoles, 6 de julio de 2016

EL MIRA QUE YO MIRO

Mirá es un evento artístico que lentamente ha ido ganando un lugar cada vez más importante entre los múltiples espacios de arte de la ciudad de Buenos Aires. En la actualidad se ha convertido en un equivalente a un Salón Nacional, con la ventaja de que aquí no hay más premio que la aceptación del numeroso público que la visita. En la actualidad, cuando se hacen diferencias, con premiaciones extremadamente discutibles, se crean las dudas y el pájaro del amiguismo sobrevuela por sobre la cabeza de todos aquellos que amamos el arte de verdad.
Por supuesto que esto es muy discutible, y lo que yo aquí vierto es exclusivamente mi opinión.
La calidad de lo expuesto este año ha sido de un nivel muy superior al de otros años.
La cantidad de expositores (135) habla con creces de la importancia que este evento ha adquirido, pero lo más interesante es que uno puede observar que estamos volviendo a los artistas auténticos. La pintura decorativa va dejando paso a obras donde el artista se expresa con códigos que el observador puede entender. Hablar un idioma que solo uno entiende no conduce a ningún lugar mas que a un soliloquio que carece de significado para cualquiera. 
Es por esta razón que mi mirada sobre Mirá se posó en aquellos que a mi me gustaron. Posiblemente me haya saltado a unos cuantos ya que la inmensa muestra requería mas de una visita, cosa que no nos fue posible, aunque era nuestra intención.
Pido disculpas por ello, pero por otro lado espero disfruten de esta síntesis que estoy dejando en mi blog y para que ustedes puedan examinarla sin apremios.
Es así, entonces, para todos ustedes (y para mi) MIRÁ.








OBRAS DE ADRIAN PAIVA



ADRIANA MAGALEF







ANDRES D´ARCÁNGELO



ARIEL FERRAZANO



CARLOS CAAMAÑO



IDA DE VICENZO


JAVIER AUBEYZON


JOSEFINA CANDIA


JUAN ALSINA ROSSI





LILIANA DOUBLEY


LUISA GONZALEZ



NORA MACERATESI


MARIA ESTHER SILVA


MARINA HERRERA





MICAELA



OMAR BISCOTTI



OSCAR CÉSAR MARA


ROCÍO ENNIS


SILVIO FRANCINI



VIVIANA ABIOTTI






VIVIANA HERRERA