Cuando escribí en el cuaderno
donde los visitantes dejan sus opiniones fui extremadamente sincero, en general
uno no lo es y o no pone nada o elogia lo inelogiable, aquí puse esta frase:
Así como Diógenes andaba en busca de un hombre yo lo he hecho en busca de un
fotógrafo… y al fin lo he encontrado…
¿Es mejor que otros? Es algo que
he discutido con muchos, no poniéndonos de acuerdo por supuesto. Yo considero
que fotografiar es fácil y aprendible. No es más que un elemento técnico que se
puede aprender a manejar sin inconvenientes y hasta llegar a dominar. Poseer
una muy buena máquina fotográfica también es una ventaja que facilita las
cosas. La aparición de la fotografía digital, a su vez, ha prácticamente eliminado las dificultades del revelado, y hoy con un buen editor se pueden conseguir todos los efectos deseados. Según mi parecer ser fotógrafo
no representa ningún mérito particular.
Transmitir algo, captar el
momento o el lugar, darle la intensidad y el toque necesario para comunicarse
con el público es una cosa muy diferente. Es cuando se deja de ser un simple
fotógrafo para transformarse en un artista.
Estoy harto de ver como aquellos
que no lo comprenden aplauden lo que mi padre, en pintura, llamaba cuadros de
almanaque. Fotos intervenidas magistralmente, esplendorosas, pero que no dicen
absolutamente nada. Son muy decorativas, en extremo originales, pero nada más.
Cuando me paré frente a la
muestra de Guillermo Otero comencé sorprendiéndome al leer la presentación que
Rodrigo Alonso hace de Guillermo y la Máquina de Mirar. Escribe y describe de
una manera simple lo que vamos a ver en toda la presentación. Sorprende. Los
curadores habitualmente disfrazan su incapacidad de expresión y la de su
representado detrás de palabras rebuscadas, frases y metáforas que no conducen
a ningún lugar más que a desecharlos y ver por nosotros mismos lo que se
muestra. No ocurre lo mismo en este caso donde este primer paso es
sorprendentemente claro y explicativo. Uno ya encara la exposición bien
predispuesto.
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Pero lo increíble es cuando uno se
para frente a cada una de las imágenes que este soberbio artista ha obtenido.
La gran mayoría son fotos en directo, es decir, muy poco editadas. Casi todas
de este año. Agrupadas en cuatro o cinco conjuntos que muestran circunstancias
diferentes y que golpean, sin el menor lugar a dudas, al espectador ("El amanecer no dura hasta la mañana, todo debe morir", "Las cosas brillante aparecen de repente", "Todos quieren ser Messi"), comenzando
por el título hasta los múltiples detalles que cada fotografía nos ofrece.
Trabaja mucho en blanco y negro. En un porcentaje alto se aplica y le da más
vigor a la imagen. En otros la mirada del fotógrafo puede ser diferente de la
del observador y con igual nombre ambos ver cosas diferentes. Para mi
observación hay un abuso de la falta de color. Hay dos fotografías muy
manipuladas, y precisamente no son las mejores, pero la gran mayoría pueden
llevar hasta el llanto tanto por lo que expresan como por la emoción estética
que la foto produce.
Tuvimos la suerte de conocerlo,
expresarle lo que sentíamos y que nos invitara a una especie de inauguración de
la muestra para los más cercanos, más privada, lo que fue un honor para
nosotros. Es un tipo simple y agradecido como lo son los grandes. Inicio la
muestra con la presentación y el nombre de la misma y su autor y a continuación
verán la firma y la dedicatoria en su catálogo, a pesar que ya habíamos tomado
una cantidad de fotografías de su obra.
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