un manto. Los vientos amainaron
y un cielo azul, repleto, sorprendido,
acompañó el silencio de los campanarios.
Tiempos serenos de historias campesinas
y milagros. Nadie sabe del misterioso arcano
que se revuelve en cantos y alabanzas. Sobre las encinas
se ocultan sigilosos. ¿Es acaso un milagro?
Un cuerpo, solo un cuerpo yace en medio
de la gruta que oculta el feroz peñasco.
Dicen las ancianas que un sonoro trueno
ha cruzado el cielo. Solo se advierte un pavor extraño.
Un aroma a incienso se ha expandido
por los alrededores del atroz calvario.
Solo de soledad. Pues nadie se ha atrevido
a desafiar al dios. Ese que ha perdonado.
Entonces me pregunto, no lo entiendo.
¡Que alguien me explique lo que nos ha pasado!
Entregó a su hijo ¿No puedo comprenderlo?
El camino era incierto y todo ha sido en vano.
La tierra imperturbable gira y gira.
Él se fue. Nada queda. Nosotros ¿Hasta cuándo?
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