EL PARAISO O EL INFIERNO

Cuando uno expone sus trabajos al publico puede tener una respuesta agradable o ser ignorado olímpicamente. Pasamos del paraíso al infierno en pocos instantes. Y uno debe hacer el ejercicio de construir lo que le gusta sin importarle lo que el otro piense. Si algo es bonito para mi deberá ser suficiente. Es un ejercicio difícil. Las caricias son agradables, pero lamentablemente hoy las manos están para otra cosa.

martes, 20 de mayo de 2014

LA NOCHE DEL OBELISCO o River salió campeón.

Ayer, domingo, el equipo de futbol River Plate se coronó campeón del torneo “Nietos Recuperados”, copa “Pte. Raúl Alfonsin”.
Me gusta el futbol así como la mayoría de los deportes aunque no practico ninguno. Como dice una secretaria mía soy para esa actividad una verdadera ojota.
Sin embargo conozco los reglamentos, me relajo viendo un buen partido y si bien tengo mi inclinación por un club, no me desespera si gana o pierde.
Es una característica de nuestra ciudad que todos los festejos, en particular de este juego, se realicen alrededor del Obelisco. La plaza de la República ha sido testigo de los múltiples colores de las banderas que llenaron la 9 de julio y calle Corrientes, en múltiples ocasiones.
Uno de los recorridos que solemos hacer con mi esposa, cuando salimos a caminar, es a lo largo, justamente, de la Avenida Corrientes, partiendo desde una playa de estacionamiento que está debajo del Obelisco, para recorrerla hasta el Abasto, donde un Shopping magnífico nos permite descansar, tomar algo y, por supuesto, ir a los sanitarios.

Pues, que allí estábamos cuando explotó la primera ovación. ¡GOOOOOOOOOLLLLL! Retumbó por todos los rincones y se repitió como un eco a lo largo de sus cuatro pisos. Y no fue uno solo, fueron varios, con lo que deduje que uno de los equipos más populares de nuestro país había conseguido su objetivo.
Fue en ese momento en que recapacitamos, con Mirta, que íbamos a tener un problema para poder sacar nuestro auto. Con toda seguridad cientos, o miles, de personas estarían justo en la salida del estacionamiento.
Emprendimos el regreso y aprovechamos la caravana de jóvenes, niños, familias enteras que corrían hacia el Obelisco por una avenida transformada en peatonal por imperio de una pasión. Esa noche les pertenecía.
Como siempre ocurre había algunos que habían tomado de más y otros que, en su afán de hacer ruido, golpeaban contra las cortinas metálicas de los negocios que abundan por esa arteria. Pero en honor a la verdad debo decir que eran muy pocos.
Resultaba emocionante escuchar los cánticos, algunos poco imaginativos y con un insulto hacia el rival más directo que tiene River, y otros con una capacidad de alterar o tomar la letra de alguna canción conocida y aplicarla, con una increíble capacidad musical, al aliento primero, y ahora al festejo de una meta lograda.

Por supuesto que sacamos una cantidad de fotos buscando los personajes, las actitudes, tratando de captar el desenfreno. Filmamos cantidad de videos metiéndonos en una fiesta que no nos pertenecía pero que uno disfruta cuando puede ver la felicidad reflejada en el rostro de todos los que nos rodeaban.
Finalmente decidimos irnos y dejarlos con su festejo que, con seguridad, iba a seguir hasta altas horas de la noche, y ahí fue cuando comenzó nuestro calvario.
Pero digámoslo correctamente. No fue por los hinchas de River, por la gente que se arremolinaba y hacía flotar sus banderas rojas y blancas en la noche porteña. El problema vino por la incapacidad y la haraganería de aquellos que hacen mal su trabajo, a desgano y tratando de hacer el menor esfuerzo. Me refiero a los, o al empleado del estacionamiento. (Que no pude ver cuantos había)
Vamos a explicarlo para que lo entiendan. Parados de espaldas al Obelisco, mirando al norte, la playa tiene dos salidas. Una, a la derecha, que da obligatoriamente a la 9 de Julio y otra, a la izquierda, que sale a una calle que corre junto a la avenida pero que tiene una vía de escape muy fácil por calle Lavalle. Normalmente esta salida la cierran a cierta hora de la noche para no tener que vigilarla, porque es la que está más retirada de su oficina. Aclaro que no es por seguridad ya que el cierre es con una valla metálica de aproximadamente un metro de alto. muy fácil de quitar.
Cuando observé el panorama le dije a mi mujer, a ella le toca manejar siempre cuando volvemos a casa, agarrá por este lado que yo saco la barrera y salimos sin problemas. Posiblemente por el ruido que había en las inmediaciones no me oyó y respetuosamente fue a salir por la única vía habilitada que daba justo en medio del borbollón de gente excitada y distraída en otros menesteres.

Cuando aparecimos en ese tremendo aquelarre y mi mujer ni corta ni perezosa encaró hacia la multitud tocando bocina, sentí que estábamos en una película de terror, de esas en las que te rodean los zombis y se te pegan al vehículo tratando de estrangularte o morderte.
Como hizo no puedo explicarlo. Posiblemente los tomó por sorpresa porque nadie esperaba que un automóvil se metiera entre la multitud.
Cuando reaccionaron nos golpearon con las banderas, nos gritaron bosteros (Que es el nombre que se le da a los del equipo rival) y uno llegó a dar un golpe realmente fuerte, que por suerte nuestro auto soportó estoicamente y su carrocería fue lo suficientemente fuerte.
Pudo haber sido un desastre para unos y para otros. A la gente con la adrenalina fluyendo a mares  
no le podemos pedir que sea razonativa.
El conflicto lo inicia una sola persona, y nada que ver con el futbol o cualquier otra cosa. Se origina en la incapacidad y la haraganería de un inútil que no quiere mover un dedo en procura de modificar una costumbre que, en ese momento, resultaba peligrosa. Es más oficialmente estaba prohibida.
Es interesante pensar como los grandes problemas, los tremendos desastres, en general descansan en la actitud incorrecta de un solo individuo, a lo sumo de un grupo reducido de individuos. Como, con que simpleza, se inicia una hecatombe, un desastre que puede costar caro, increíblemente caro.
¿Cómo prevenirlo? ¿Se puede? Honestamente no lo sé. Aquí se dieron las circunstancias y todo se unió en un disparatado suceso que, por suerte, no llegó a mayores, salvo el tremendo susto que yo me llevé. Lo malo del caso es que mi esposa se preocupó por el golpe y no se le movió ni un pelo. O soy demasiado consiente o soy un cagón de primera.
Que duda ¿No?

3 comentarios:

  1. Magnífico relato. Con la sutileza y el humor que te caracteriza.

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  2. Fue una experiencia más en nuestras vidas. Siempre viviendo en el limbo, nunca nos enteramos que van a pasar estas cosas, el tiempo se nos pasa sin darnos cuenta, nos metemos en los líos más increíbles, por ahora de todos salimos como para contarlos. Por supuesto que lo que más me preocupaba era el auto y me hiciste hacer una larga distancia hasta poder parar y ver que había pasado.
    No tenemos remedio, pero nos divertimos. ¿Qué nos estará esperando para la próxima?

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  3. No sé si reir o llorar, o las dos. Estoy de acuerdo totalmente contigo en que el mal trabajo de un individuo o un grupo de ellos puede causar desgracias. Eso fue un susto, peor podría haber sido peor. En esas circunstancias no se puede esperar que la gente sea razonable. Hay muchas factores que influyeron en su reacción. Lo mejor es que mantuvisteis la calma. Me encanta el final de tu artículo. Aquí decimos que te quedaste de piedra (inmóvil, sorprendido) o que eres un cagueta de cagón. Ánimo, amigos a por más aventuras!

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