EL PARAISO O EL INFIERNO

Cuando uno expone sus trabajos al publico puede tener una respuesta agradable o ser ignorado olímpicamente. Pasamos del paraíso al infierno en pocos instantes. Y uno debe hacer el ejercicio de construir lo que le gusta sin importarle lo que el otro piense. Si algo es bonito para mi deberá ser suficiente. Es un ejercicio difícil. Las caricias son agradables, pero lamentablemente hoy las manos están para otra cosa.

lunes, 16 de marzo de 2015

LA HISTORIA DE LA PRINCESA ENCANTADA

LA HISTORIA DE LA PRINCESA ENCANTADA.

Pedro solía caminar sin rumbo por el silencioso bosque. Le gustaba perderse por los senderos entre las enredaderas y las raíces onduladas que se extendían al paso del caminante.
De tanto en tanto, se tomaba su tiempo, y disfrutaba de la soledad, el trino de los pájaros, el vuelo de las mariposas.
Y fue, justamente, en uno de esos días en que al dar vuelta para tomar un estrecho camino labrado en la barranca que lo llevaba a la orilla del río, que se cruzó con una simpática ranita.
Pedro había visto cientos de ranas, pero esta, por algún motivo llamó su atención. Y cual no fue su sorpresa cuando, con una melodiosa voz, el simpático batracio le habló.
-          Hola… ¿Cómo os llamáis? –
-          Pe… Pedro –
-          ¿Te sorprende que una rana pueda hablar, no? –
-          La verdad… -
-          Es que, aunque no lo creas, soy una princesa. –
-          ¿Una prin… cesa? –
-          Si, una princesa a la que una bruja malvada encantó. Me transformó en una rana y solo si un apuesto joven me besa podré volver a ser la hermosa mujer que era –
-          Oh –
-          Pues ¿Qué esperas? Dadme ese beso –
El joven la tomó delicadamente y la atrajo con sumo cuidado hacia sus labios. Tan sorprendido estaba que no dudó ni un instante.  La acercó a su boca y suavemente la besó largamente.
Fue como una explosión. Los viejos lapachos se encendieron, el roble tomo un tono rojo amarillento, las ramas de los pinos se llenaron de luces de colores y hasta un arco iris, pequeño, aunque no llovía, se formó en el hueco del bosque. Una humareda densa cubrió la totalidad de la figura de la rana y, al disiparse, apareció la mujer más hermosa que jamás había visto.
-          ¡Gracias, amado mío… ahora nos casaremos e iremos a vivir en mi palacio! –
-          ¿Eh? –
-          Por supuesto… tu has roto el encantamiento… -
-          Si pero no es posible –
-          ¿Cómo no es posible?
-          Es que ya soy casado. –
-          Ja, ja, ja  - rió la princesa – pero no me vas a comparar con tu esposa, una vulgar aldeana –
-          En realidad es cierto que eres hermosa, pero yo soy fiel… amo a mi esposa –
-          Pero… -
-          Además tengo dos hijos.. maravillosos… soy feliz así… -
La princesa a medida que Pedro hablaba iba cambiando de color.
-          Vais a despreciarme… ruin… -
-          No, despreciarte no, pero sos una chica muy linda y no te va costar conseguir pareja ¿No te parece? –
-          ¿Es tu última palabra? –
-          Si… si, claro –
Y Pedro se dio vuelta emprendiendo el camino de regreso, apurado por llegar a casa para contar lo que le había sucedido. Tal vez fue por eso que no la vio venir.
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-          Si sargento, lo encontró un cazador que venía a acampar en el costado del rio –
-          Y ¿Cuántas puñaladas tiene? –
-          Diecisiete señor –
-          Parece que fue con saña… ¡Dios, que odio debía tener el asesino!… -
-          Sin dudas, una atrás de otra… -
-          Ve a ver si encuentras algún indicio –
-          Si señor –
Unos minutos después el inspector Cruz regresó moviendo la cabeza.

-          Nada jefe, ni siquiera una pisada… lo único que vi fue una miserable rana que escapó entre los pastizales…  -

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