Wenceslao Wernicke es una enamorado de Buenos aires y sus historias. No solo las cuenta en su blog y página FB "Rincones, historias y mitos de Buenos Aires" sino que, además, organiza visitas a distintos lugares notables de nuestra ciudad.
Yo llego a este lugar por la información que pone una amiga en el comentario de una foto. Es una historia apasionante y trágica que ya les había contado pero no con tanto detalle como lo hace Wenceslao. Así que vuelvo sobre mis pasos y les transcribo lo que el publica.
En la zona de casas bajas de Villa del Parque
emerge una mansión de cinco pisos con una cúpula en lo alto del edificio; el
castillo es conocido como el Palacio de los Bichos y guarda una rica historia
de amor, tragedia y misterio.
La leyenda de este palacio es conocida por los
vecinos del barrio, su imponente presencia despierta curiosidad a cualquier
persona que no sea de la zona y pase por allí. No hay vecino que quiera
despejar las dudas a los transeúntes que quieran conocer detalles del edificio.
El castillo fue bautizado como “Palacio de los
Bichos”, porque en sus orígenes la construcción estaba ornamentada por gárgolas
con formas de animales y bichos. Para conocer la legendaria historia del lugar
tenemos que remontarnos a fines del siglo XIX.
Allá por esos años un rico italiano que vivía
en Salerno de nombre Rafael Giordano –descendiente del célebre pintor Giordano-
y su esposa Vittoria D’Olvilli deciden embarcarse a la aventura de echar raíces
en la lejana América.
En este viaje llevan a su pequeña hija Lucía y
deciden ir a la Argentina. Recién llegados los inmigrante, los Giordano
contaban con una holgada posición económica y, luego de recorrer varias zonas
de la ciudad de Buenos Aires, deciden instalarse en una zona de quintas al
oeste del centro porque le recordaba a su ciudad natal; años después esa zona
se denominará Villa del Parque.
Instalado en la quinta, Giordano comenzó a
hacer negocios y a acrecentar su fortuna. En forma inmediata perteneció a la
alta sociedad porteña de su época, se lo podía ver en el club del progreso o en
el lujoso Plaza Hotel tomando café y cerveza con sus amigos. A escasos dos
kilómetros tenía un vecino peculiar, era el conde Antonio Devoto quién fundaría
el Barrio de Villa Devoto.
Rafael, Vittoria y Lucia Giordano vivían
felices en aquella zona de quintas. La hija de ambos iba a un colegio en
Monserrat y llevaba siempre excelentes calificaciones entre primaria y
secundaria, era el orgullo de su padre.
Lucía creció y su padre instó a que haga una
carrera universitaria, también empujado por su progenitor, ella decidió hacer
la carrera de medicina. En aquella época ser médica era un futuro asegurado.
Pasaron pocos años y notó que su vocación estaba lejos de la medicina y se
empezó a interesar por la música, especialmente por el piano, desde chica le
agradó el sonido de aquel instrumento.
Si bien su padre renegaba de aquella decisión,
ya que tenía muchas ilusiones en tener una hija doctora, fue su esposa quién lo
convenció de que la carrera no era para su hija y que con la música se iba a
desarrollar en plenitud.
Finalmente Lucía abandonó la universidad y fue
al conservatorio de música para estudiar piano. Como era de imaginar, era una
alumna sobresaliente y aprendió en forma rápida a tocar el instrumento. Quienes
la conocían disfrutaban de las melodías que ella tocaba con mucha pasión.
En su paso por el conservatorio Lucía conoció a
un joven que estudiaba violín y sería el gran amor de su vida y protagonista de
la tragedia de esta historia. Su nombre es Angel Lemos, de apenas 22 años luego
de recibirse de farmacéutico quería dedicarse a su otra pasión, el violín.
Angel Lemos proviene de una familia del centro
de la ciudad de Buenos Aires, su padre era director de una importante tienda
general de aquella época. Era oriundo de San Telmo, pero las distancias no eran
obstáculos para que los jóvenes confluyeran en su amor.
Esta relación fue rápidamente aprobada por
Giordano, y en el tiempo, las familias Giordano y Lemos trazaron una hermosa
amistad a través del noviazgo de sus hijos. Lucía era hija única pero Angel
tenía seis hermanos más, por ello la pareja quería –en un futuro- formar una
familia prolífica, ella porque no tuvo hermanos y él porque gustaba de las familias
numerosas como la suya.
Finalmente corría el año 1911 y los novios
deciden dar un paso más a su amor y le avisan a Rafael que van a casarse en
otoño, la felicidad de don Giordano era de tal magnitud que sin dudarlo les
aviso que de regalo de bodas les va a construir una mansión cerca de su casa
para que ellos vivan.
Es así que le encargo al arquitecto Muñoz
González la construcción de un palacio distinguido y que pueda ser visto por
todos los vecinos del lugar. Nació el palacio de los bichos. La mansión de
cinco pisos con balcones y ornamentado por bichos fue terminado antes del
enlace de los novios. Por ello Rafael decidió festejar la boda en la misma
mansión.
La fecha elegida fue el 1° de abril de 1911,
aquella noche de otoño la temperatura estaba agradable y no había ninguna
amenaza de lluvias, por ello la fiesta fue siempre placentera y divertida. Por
el camino de tierra llegaban automóviles lujosos de la época y un chofer de
ropa elegante característica abría la puerta para que los invitados pudieran
ingresar a la recepción de la boda.
Los propietarios y habitantes de las quintas
vecinas observaban atónitos y contestes el evento porque veían esa enorme casa
en todo su esplendor. Doña Vittoria se encargó de los detalles de la fiesta, había
músicos que siempre animaban la fiesta, no podían faltar las bebidas y canapés,
algunos decían que era uno de los eventos sociales más importantes del año.
La fiesta trascurrió con normalidad, con mucha
música y alegría, había muchos invitados, entre ellos se puede contar a un
político amigo de Giordano, el socialista Alfredo Palacios. Angel Lemos era
aficionado al fútbol, tenis y remo, por eso en su boda se encontraban presente
miembros del Alumni, del Lawn Tenis y del Rowing Club.
Los novios estaban muy felices, tenían muchos
proyectos juntos, ella de formar una nueva familia y él de formar negocios
farmacéuticos con el capital que le fuera regalado por su familia. Todos
disfrutaban de ese romance que, a veces, era envidiado por algunos. Sus miradas
entre ellos demostraban estar hechos uno para el otro.
Cerca de las cinco de la mañana la fiesta
estaba por finalizar, el automóvil que los iba a llevar al centro los esperaba
del otro lado de las vías del tren que quedaba a escasos treinta metros de la
mansión.
Se dice que el chofer los esperaba en ese lugar
porque en la calle de tierra donde se encuentra la mansión las vías estaban
levantadas y la calle que tiene el camino al nivel de las vías –donde
normalmente pasan los automóviles- estaba inundada por una fuerte lluvia en los
días anteriores. Los autos de aquella épocas tenían neumáticos muy angostos y
frágiles y pasar las vías levantas podía dañan las ruedas, por ello se estimó
que era más fácil que los novios cruzaran las vías a que el auto anduviera
kilómetros para encontrar un paso a nivel.
Esa decisión sería culminante para la historia
del palacio de los bichos. Esa noche, era cuarto menguante por eso no había una
luna que aclarara el lugar, las luces románticas de la calle eran de velas
porque aún no había alumbrado público eléctrico, es por ello que no había mucha
visión.
Los invitados salieron a los balcones del
palacio para saludar a los novios que estaban en la calle dirigiéndose al
automóvil en el otro lado de las vías. Entre los que saludaban estaban los
padres de los contrayentes. La felicidad de los novios y sus padres quedaba
estampada en sus rostros.
Mientras los novios saludaban, el tren del Sur
al Pacífico se dirigía a mucha velocidad hacia la estación de retiro. A pesar
de que la estación estaba cerca, el tren era de carga por eso no tenía parada
hasta la estación central. La luminosidad era tenue porque esos vagones no
tenían una fuerte luz.
En el instante en que los novios cruzaban las
vías saludando a los invitados, el tren impacta sobre ellos dejando sus restos
esparcidos a cien metros del lugar del impacto. Los invitados observaron
atónitos la tragedia, los porteros y mozos que se encontraban en la salida
corrieron apresurados hacia donde se encontraban las víctimas pero nada pudo
hacerse, ambos novios murieron en el acto.
El tren nunca frenó y el chofer se enteró del
accidente en la estación de Retiro cuando las autoridades lo fueron a buscar y
lo anoticiaron de lo sucedido. El ferroviario alegó que la máquina era tan
ruidosa y había tan poca luz en la zona que nunca pudo advertir la presencia de
las víctimas y el impacto.
Rafael Giordano y su esposa cayeron en una
profunda depresión, pues el día más feliz de su vida se convirtió en un segundo
en el peor día de su vida. Había muerto su única hija y su yerno en su propio
casamiento.
Los diarios de la época no relatan la crónica
de lo sucedido porque Giordano no quería que se contara ningún detalle del
accidente, su dolor lo sentía tan privado que no lo quería compartir con nadie.
Es por ello que decidió volverse a su Salerno natal para nunca más volver,
llevando consigo los cuerpos de su hija y yerno para darle sepultura en el
cementerio local.
Sentía tanto desprecio por la mansión en donde
vio morir a su hija que resolvió tapiarlo y no venderlo para que nadie viva
nunca más en ella. Ese casamiento fue el único hecho donde el palacio brilló en
todo su esplendor.
El tiempo pasaba y la zona donde se encontraba
el palacio se estaba parcelando y construyendo viviendas a su alrededor.
Alrededor de la mitad de los años ´20 un hecho peculiar sucedió en aquel
barrio. Un día de otoño un vecino le reclamó a otro el haber realizado una
fiesta con música fuerte hasta altas horas de la noche, cuando le dijo que no
había sido él la recriminación fue dirigida a otro vecino y obtuvo la misma
respuesta. Una vez indagado todos los vecinos la conclusión era que nadie hizo
la fiesta o uno estaba mintiendo.
Exactamente un año después uno de los vecinos
se levanta abruptamente de la cama porque una fuerte música venía de la calle y
no lo dejaba dormir en altas horas de la noche. Advertido de que quién realiza
la fiesta podría negarlo decide salir para ubicar el lugar de tanto barullo.
Otros vecinos toman la misma decisión.
Buscan la casa de donde viene la fiesta y no
encuentran ningún vecino de festejo. Enfocan sus miradas al único lugar
abandonado: EL Palacio de los Bichos. Para sorpresa de todos, la música salía
de ese lugar, además se podía observar algunas siluetas de personas bailando en
su interior.
El tren del sur al pacífico continuaba con el
mismo plan de recorrido que hizo aquel día del fatídico trayecto. En el momento
en que pasa el ferrocarril a la misma hora que ocurrió la tragedia años atrás,
se deja de oír abruptamente la música y desaparecen en el mismo instante las
figuras que se observaban en movimiento.
Este fue el inicio de varios sucesos
fantasmagóricos que se producirían en el tiempo. Hubo denuncias de escuchar
gritos de espanto de una mujer y ruidos en el palacio, como así también
espectros que traspasaban paredes. Otro maleficio se agrega a esta historia,
pues el deseo de Rafael Giordano de que no se conocieran los detalles de la
muerte de su hija y su yerno era tan fuerte que quienes investigaban y
escribían sobre el hecho sufrían extrañas enfermedades o percances que no le
permitía continuar con el trabajo.
En los años noventa el edificio fue reciclado y
se quitaron las gárgolas características que le dieron al palacio su nombre.
Hoy funciona un edificio de viviendas particulares y un amplio spa en planta
baja.
El Palacio de los Bichos cuenta una historia
tan fuerte del barrio que su figura se encuentra estampada en el escudo
oficial. Es así que pasan los años y la leyenda se mantiene viva en el barrio
porque a pesar de ser una historia de tragedias y misterio, no deja de ser la
historia de amor de Lucia y Angel una historia de amor del barrio de Villa del
Parque.
Wenceslao Wernicke
Wenceslao Wernicke
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