Voy a cortar amarras.
Se marcharán flotando, donde el viento los lleve,
los despojos raídos, aquellos que quedaron
de lo que fuera, un día, este loco barrilete.
Voy a volar bien lejos.
Donde se quema el sol que muere en el poniente
y se esparcen las sombras ansiadas del mañana,
porque será un mañana que no tendrá presente
El añil, violento, que se quiebra
con el rojo purpúreo de la vida
en la cascada turbia de la muerte
El silencio profano
Que lo invade, sinuoso, sin piedad ni clemencia
Ya nada es todo y la noche, es solo un sueño,
se ha poblado, de pronto, de infinitas estrellas
Y entonces no hay dolor.
Vivir morir… los tiempos que vienen se confunden.
Negro, tapiz de terciopelo, recubre las miradas
mientras sientes, sereno, cuán profundo te hundes
Acabó el recorrido y te aguarda la nada.
Flotas sereno navegando sin rumbo.
Ya no sientes la angustia que perforó tu alma,
has logrado, por fin, escapar de lo absurdo
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