EL PARAISO O EL INFIERNO

Cuando uno expone sus trabajos al publico puede tener una respuesta agradable o ser ignorado olímpicamente. Pasamos del paraíso al infierno en pocos instantes. Y uno debe hacer el ejercicio de construir lo que le gusta sin importarle lo que el otro piense. Si algo es bonito para mi deberá ser suficiente. Es un ejercicio difícil. Las caricias son agradables, pero lamentablemente hoy las manos están para otra cosa.

miércoles, 13 de enero de 2016

Señora Presidente de todos los Argentinos
Doctora Cristina Fernández de Kirschner
De mi mayor consideración:
Lamento profundamente el tener que escribir esta carta. Me habría gustado decírselo en persona, cara a cara, para poder escuchar una explicación coherente, si fuera posible, a la ofensa brutal que le ha proferido a todos los argentinos, propios y ajenos. Vi, con total desazón desarticular un monumento histórico, patrimonio de todos los habitantes de este bendito país, por un simple capricho, porque no puedo creer que una Señora Abogada, que se supone conoce de historia, pueda pensar que Cristobal Colón fue un genocida. Puedo hasta tolerar que una plaza que nos pertenece y por la que deberíamos poder caminar libremente, cosa que no es posible porque ha sido anexada al patio trasero de la casa de gobierno. entiendo que no es más que la muestra de la distancia que su mandato ha puesto entre usted y el pueblo.. pero colocar el monumento a Juana Azurduy dándonos la espalda es un gesto que nos ofende y nos entristece. No sé si interpretarlo como un símbolo de su manera de gobernar o simplemente un acto más de una actitud mesiánica que cada día se pone más en evidencia. cualquiera de las dos posibilidades me asustan y me preocupan. quiera Dios que recapacite y llegue a entender que es solo una administradora en la que supimos confiar todos. No nos agradó la forma en que lo hizo y por eso decidimos probar con otro, que si no trabaja adecuadamente, también será cambiado. Quiera dios que si lo que le está ocurriendo es algo patológico, espero que en la tranquilidad del retiro pueda balancear su espíritu y logre convivir en paz con todos los que la rodean. Solo le deseo lo mejor. El  mayor acto del ser humano es el perdón y yo la perdono, señora, a pesar de todo el daño que me ha ocasionado, y esta ofensa tan evidente que no he podido soslayarla y de la que nunca, lo entiendo, habré de tener respuesta alguna.

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