CUATRO OBRAS
El loco y la camisa.
Una obra con toda la tecnología de un buen teatro como lo es
el Picadero y nada más. Una buena actuación de quien hace el personaje del
hijo, en una obra sin contenido, absolutamente chata. Sin nada que motive al
espectador. Una trama lisa, sin subidas y bajadas como se podría esperar de una
obra teatral, que comienza, transcurre y termina sin que el público se entere.
Un desperdicio. Mientras la veía pensaba cuantas otras obras de mucho menor
presupuesto merecerían tener esas posibilidades y esta, que no tiene más altura
que la de una estudiantina, con actuaciones de muy discreto nivel, salvo alguno
de los artistas que es mucho peor que la gran mayoría.
Romina y Julián.
Una idea original en donde la propuesta es que pasaría si
los personajes estuvieran cambiados de sexo. No que fueran travestis sino que
la historia se diera a la inversa. Romeo en este caso es Romina y Julieta
indudablemente es Julián. ¿Qué pasaría? Es la pregunta y la respuesta es que no
pasa nada. Simplemente asistí a una representación de Romeo y Julieta con los
personajes cambiados por un simple antojo del autor, porque no le alcanzaban
los varones para hacer la obra como la escribiera Shakespeare o vaya uno a
saber que se propuso originalmente y finalmente se perdió y todo quedó como era
originalmente. Una muy buena interpretación, donde los actores muestran una
verdadera preparación, pero desgraciadamente para hacer una obra que no va de
acuerdo a la época en que vivimos. La declamación es complicada y soportar una
obra totalmente shakesperiana es realmente intolerable. Uno se queda esperando
un vueltita de rosca, algo inesperado que justifique la variante, y se va con
el desasosiego de haber asistido a una representación más, con muy pocos
elementos, y muy poca imaginación.
Ángeles caídos.
Una obra de muy buen nivel. Muy bien escrita, muy bien
desarrollada, que dice mucho de muchas cosas. Es un momento en la relación
entre Salvador Dalí y García Lorca. Realmente para sacarle el jugo,
lamentablemente, aquí es donde nos encontramos con las dos calamidades del
teatro subterráneo actual. El autor interpreta a Salvador Dalí y no so no da ni
de lejos el aspecto o la figura del pintor catalán, sino que además es un
pésimo actor. Realmente junto con la actriz que encarna a Gala se encargan de
destruir todo lo bueno que podía ofrecer esta obra. Quien representa a García
Lorca da mucho mejor el personaje pero también es de escasos recursos
actorales. La única que demuestra tener pasta para esto del teatro es quien
hace el personaje de la enamorada de Federico, pero ella sola no es suficiente.
Para empeorar la cosa, durante toda la
obra una música que nada tiene que ver con la escena atruena sobreponiéndose a
las voces de los pobres actores que mal recitan sus papeles, lo cual hace que
no se escuche su actuación, no sé si para mal o para bien del espectador. Las
luces mal manejadas a veces no dan el sentido de la escena y el sonido
demasiado fuerte no es lo suficientemente adecuado justamente cuando tiene que
sonar imperativo para mostrar la tragedia del asesinato o fusilamiento de
Federico García Lorca. Una pena. Hay veces que sería muy importante tener la
suficiente humildad para darse cuenta que por más que le guste todavía le falta
mucho para representar un papel dignamente. Al menos como escritor realmente
podría haberse lucido.
Leonardo
Tanto la obra anterior, como esta, la presencié en el Teatro
Columbia. Un nuevo teatro pequeñito que
se ha abierto hace muy poco tiempo anexo al Hotel Columbia, en una muy buena
ubicación en calle Corrientes. Pocas plateas suficientes para albergar al
escaso público. De cualquier manera cómodo pero con las plateas mal
distribuidas. Cuando no hay escenario todos los asientos tienen que estar tipo
anfiteatro, una elevada en relación a la anterior. Aquí las cuatro primeras
filas están horizontales lo que hace que al que le toca la cuarta fila
difícilmente pueda ver si alguna escena ocurre en el suelo. Según me dijeron,
charla de pasillo, uno de los dueños es el actor y director de esta obrita, con
lo que se puede dar el gusto de actuar para un público que si está alojado en
el hotel tiene la entrada en forma gratuita. Una obra simple y tonta, que no
dice absolutamente nada. Con un desarrollo forzado y bastante sin sentido. Casi
infantil. Sin embargo es de rescatar la actuación de los cuatro integrantes del
elenco. Una pequeña diferencia a favor del que hace de mucamo, pero podría ser
por el papel que le toca hacer, en el que se desempeña con muchísimo oficio.
Para simplificarlo, y no perder el tiempo, una buena actuación para una mala
obra.
Como habrán notado no he puesto en ningún momento el nombre
de los actores. Siempre me gusta darle una segunda oportunidad a todo el mundo
y me gustaría verlos en otra obra, en algo bien escrito, con mejores medios o
con un director con más conocimiento.
Antes de estas obras fui a ver Be Happy y Apaga la luz,
donde el director, en las dos, era diferente al autor, y en las que con mucho
menos medios que las anteriores se pudo ver a verdaderos actores, con una
magnífica interpretación, en dos obras de muy buena factura.
Hay de todo en el reino del señor.
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