UNA HISTORIA REAL
“Perdón, doctor, en esa sala hay tres alumnos a los que
todavía no le tomaron examen”
“¡No puede ser el examen ya terminó!”
“Por favor doctor…”
“Hum… voy a ver…”
El hombre llegó a la sala donde estábamos los tres cada vez
más nerviosos esperando que alguien nos interrogara.
Por suerte, cuando Mirta abordó al primer profesor que vio,
la acertó con un buen tipo.
Nos tomó preguntando la patología que tenía el paciente que
nos había tocado y finalmente nos aprobó a todos.
Cuando salimos de la sala de traumatología, última materia
de nuestra carrera, revoleé por el aire el portafolios que me había acompañado
durante más de siete años.
Era el 15 de Diciembre de 1973.
A partir de ese momento pasábamos a ser, de un estudiante
avanzado, un medicucho recién recibido.
Ha pasado mucha agua bajo el puente. Muchas cosas buenas y
malas. Pero el barco siguió navegando y hoy se desliza por las aguas tranquilas
que nos da la experiencia.