El día 24 de mayo anduve paseando por la Plaza de Mayo. Fui
a ver la presentación de Ecuador Celebra, como es habitual los fines de semana.
El escenario estaba de espaldas a la plaza y la música y las canciones apagaban otros sonidos que provenían de un poco más allá.
El escenario estaba de espaldas a la plaza y la música y las canciones apagaban otros sonidos que provenían de un poco más allá.
Es que en el otro extremo, justo frente a la casa de
gobierno, la famosa Casa Rosada, estaban armando un escenario formidable, con
tableros iluminados, preparándose para el día siguiente.
¿Por qué? Porque el día 25 de mayo todos los argentinos
festejamos el cumpleaños de la patria.
De manera que vimos la celebración de nuestros hermanos
ecuatorianos, que como siempre fue un enorme placer (tengo dos videos para
subir a Youtube) y luego fuimos a ver los preparativos para festejar los 104
años de la Revolución de Mayo.
A pesar de ser un ensayo, me descubrí frente mi Himno, lo
canté junto con quien lo hacía a modo de prueba y sentí la satisfacción de que
mi patria iba a festejar su cumpleaños como debía ser.
No me llamó la atención cuando me enteré que el señor
gobernador de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, había organizado otro acto,
en forma simultánea, en otro lugar diferente. Lamentablemente hay una puja
política entre el gobierno central y el de la ciudad. Y hay quienes no comprenden
que en ciertos momentos ese tipo de enfrentamientos pre electorales no juegan un papel importante.
Decidí concurrir al que nos pertenece a todos. Al que se
realizaba en el lugar de los hechos. Allí donde el pueblo exigió a los
cabildantes “Queremos saber qué es lo que se trata”. Donde un grupo de
ciudadanos identificados con cintas celestes y blancas (algunos dicen que solo
eran celestes, pero no importa) impusieron su presencia para que nada torciera
el rumbo que había tomado una nueva Nación.
Cual no fue mi sorpresa cuando el domingo 25 de mayo intento
llegar al sitio en el que había estado apenas unas horas antes. Un ruido
atronador de bombos y redoblantes, un sonido avasallante, detrás de un
impresionante despliegue de banderas, de cualquier color menos la argentina, me
modificó todos los planes que tenía, toda la alegría que venía acumulando. Un
ejército de individuos con rostros desafiantes (al menos así me pareció) se
desplegaba detrás de un enorme cartel que mostraba la imagen de Eva Perón, una
líder de los desposeídos pero que nada tuvo que ver con lo que en ese día se
festejaba. La columna de extendía a lo largo de toda la Avda. Sáenz Peña,
antigua Diagonal Norte.
Fue entonces que comprendí qué hacían tantos micros, mal
estacionados, a lo largo de la Avda. 9 de Julio. Tremendos vehículos de doble
piso que posiblemente habían viajado toda la noche para traer a la gente de los
distintos rincones del país. ¿Venían a festejar? Sus banderas no decían eso.
Cuando pude llegar a la plaza, acercarse al escenario era
una expedición riesgosa. Debo decir que no había actitudes violentas. También
debo decir que las banderas de nuestro país perdían por cien a uno. Era
evidentemente un acto partidario. Todo estaba dirigido a vivar al actual
gobierno, nada hacía recordar el por qué estábamos en ese lugar.
Una anécdota: Unas señoras que con una mano portaban una
bandera y con la otra comían con fruición el “sánguche” que le habían
alcanzado, tenían unas chaquetas que decían Organización Túpac Amaru. Cuando se
les preguntó, en un tono ingenuo, quien era ese personaje, nos miraron con
sorpresa, se contemplaron entre ellas y trataron de explicar: “No, no sabemos quién
era… es que somos nuevas”. Ah… Ahora se explica todo, la ignorancia de las
señoras y algunas cosas más.
Mientras un supuesto chef se desgañitaba
explicando cómo eran las empanadas que iban a repartir o un conjunto de
pueblos originarios intentaba cantar el Himno en su lengua natal, el resto se
dedicaba a golpear con fruición sus instrumentos de percusión, saltaban y
gritaban cantos partidarios, ajenos a todo lo que ocurría oficialmente.
¿Y el cumpleaños de la patria? Mejor lo dejamos para otro
día. Aunque la presidente, “emocionadamente” trató de explicarlo. La torta se
derritió, las velitas se consumieron
Y no hubo tiempo para
mucho más porque la gente que había venido a llenar un sitio histórico debía
subir a sus micros y volver a su lugar de origen. Ya habían cumplido. Ya se
habían ganado el día.
Les digo que igual nos divertimos, hablamos con muchos,
desde individuos que no estaban síquicamente muy ordenados, partidarios
honestos que se emocionaban imitando la voz del anciano Perón, en sus últimos
días, hasta sacarnos fotos con “los putos peronistas”, según rezaba el cartel
que ellos mismos portaban.
El aroma a choripán mezclado con el de los porros y la
cerveza nos guiará en medio de la oscuridad quien sabe hacia que rumbos
inimaginados por aquellos que un día soñaron con una gran nación. Que dejaron sus vidas y sus fortunas en aras de una utopía.
Una vez leí una frase que cada tanto me vuelve en el
recuerdo, decía:
LOS ARGENTINOS,
CAMPEONES UNIVERSALES DE LA PACIENCIA, SEGUIMOS ESPERANDO UN SOL DEL 25 QUE
ALUMBRE PARA TODOS.
Esperemos que no caigan en ese pozo. Desgraciadamente la turba ignorante con su ruido hace callar al ciudadano honesto. Feliz cumpleaños Argentina. Y que tus hombres y mujeres de bien sean felices en tu hermosa tierra
ResponderBorrarGracias Gerard. Nuestra historia está plagada de estos infortunios. El nuestro es un país que podría decirse increíble porque a pesar de todo aún encontramos motivos para ser felices.
BorrarFue una experiencia..., no se como definirla. ¡Mi amada Patria!...¡¿Donde estas?!!!. Ojala podamos encontrarte algún día.
ResponderBorrarEs cierto Mirta. Es posible que nosotros no lo veamos pero estoy seguro que algún día, alguna vez, nos tocará a nosotros. Por ahora nada es como debiera .
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