Llueve y la vieja alameda
se estremece movida por el viento.
Una cortina de agua el horizonte
Y se desploma, sobre el campo, el cielo
Se ilumina el aire de repente
Y una línea fulmínea lo atraviesa
el silencio se ahueca y de pronto
el pavoroso rugido que estremece, llega
Miles de luces que desaparecen,
En una loca danza entre las sombras.
Sonidos de gigantes que se mueven
Ciegamente, se desplazan, chocan.
Así como empezó todo se acaba
Un perfume a campo se adivina
Y brilla cada charco en los caminos
Regalo de la tierra agradecida
Vuelan las aves y retorna el trino
Un perro chumba, se alerta el gallinero
Una bandada de patos gira y gira
Y allá entre los pastos se alborota el tero.
Vuelve la calma, el campo se adormece,
reverdece el cardo después del aguacero,
la quietud se adueña del paisaje,
y se hace eco en el balido de un ternero
Nota: Las fotografías pertenecen a Internet.
!Qué olor tan maravilloso el de la tierra mojada después de la lluvia! Nunca lo olvido. me encantó rememorar esas sensaciones leyendo tus versos. gracias Alberto. Saludos y abrazos
ResponderBorrarPavada de descripción campreste que te mandaste, como se nota ese amor que llevas dentro, esa añoranza irresistible por lo que acuno tu infancia y adolescencia. Aquello que tanto queres y extrañas. Muy bello recuerdo de tus días amados.
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