Salimos con Mirta con la intención de visitar el Museo
Brigadier Cornelio Saavedra, más conocido como el museo Saavedra, en el parque
del mismo nombre.
Cornelio Saavedra fue el presidente de la Primera Junta de
gobierno, que iniciara la epopeya de la independencia argentina un 25 de Mayo
de 1810.
El predio correspondió a la casa del hermano del Brigadier y
se ha tratado de mantener su aspecto colonial. No es un edificio muy grande lo
que permite una limitada exposición de los muchos elementos que recuerdan una
época y una evolución histórica. Sin embargo la capacidad de los que armaron
este museo y cada una de sus salas es sorprendente.
Pero, a su vez, tiene un significado especial para mí que
les voy a contar de la manera más simple posible. Cuando llegué a Buenos Aires
con mis 16 añitos habiendo dejado a mis padres y mis amigos en Tres Arroyos
(500 km al sur) para encarar mis estudios de medicina, mis tíos, con los que
vine a alojarme, tenían temor que extrañara y por lo tanto planearon una serie
de salidas para que yo no pensara. Un amigo de la familia que tenía una
camioneta, José Balbiano, nos llevó a conocer la laguna de Chascomús, el parque
Pereyra Iraola y de pasada paró en un museo pequeñito que había en un costado
del camino. Se llamaba Cornelio Saavedra y fue una de las cosas que más me
gustó. Desde ese entonces no había vuelto. Pasaron 49 años. Y la sorpresa valió
la pena. El cambio que experimentó fue tan extraordinario que hoy les digo:
Ningún argentino puede dejar de conocer ese museo, así como el Museo Histórico
Militar de San Rafael. No es solo lo que poseen sino cómo lo presentan. La
forma en que muestran la historia y le dan el valor que la historia tiene. Paso
a contar.
La primera sala muestra mobiliario de la época. Pero hace
una aclaración. Es para que se tenga la noción de lo que había en esa época.
Unos tenían una cosa y otros tenían otra. Pero la colonia carecía de
posibilidades de tener mucho mobiliario y no había salas con todos los
elementos allí presentes.
La segunda sala habla de los personajes que hicieron a
nuestra historia con una visión interesantísima de cada uno de ellos. Por
supuesto que cuando se escribe la historia siempre hay de fondo un pensamiento
o una inclinación de la balanza, pero
aquí han sido tan discretos que realmente es un gusto el recorrerla.
Santiago de Liniers
Martín de Alzaga
Cornelio Saavedra
José de San Martín
Volante en contra del Gral. San Martín
Y en un apartado se puede leer:
"Los museos de historia hemos sido concebidos, originalmente, como espacios de veneración laica. Así se han construido perspectivas simplificadoras cuyas complejidades se omitieron con la intención de crear relatos ejemplares que debían ser claramente comprendidos por un público al que se creía incapaz de discernir por sus propios medios.
Los nuevos "santos" de esos templos laicos eran los próceres. En la actualidad, si bien esa perspectiva muchas veces sigue vigente, se pretende que los museos sean principalmente espacios de reflexión. En ese sentido es necesario señalar que la categoría de prócer es una construcción historiográfica."
En otra sala nos encontramos con obras de Léonie Mathis, una
pintora francesa nacida en 1885 y que viajó a Buenos Aires en 1912 en donde
fallece en 1952. Vivió períodos fundamentales de la historia y fue observadora
de las transformaciones que experimentó nuestra ciudad, en particular la plaza
mayor o plaza del fuerte que finalmente pasó a llamarse Plaza de Mayo.
Hay una sala donde muestra las costumbres de la época, la
vestimenta, y cuenta detalles que yo, al menos desconocía, como la habilidad de
un señor llamado Masculino (de apellido) que había inventado una máquina para
hacer peinetones, convenciendo a las damas de la sociedad que demostraban su
posición socio económica cuanto más grande era su peinetón. El hombre tenía la
habilidad de explicar que guardaba uno, que había fabricado para él, que era el
mejor pero que ese no estaba a la venta. Las señoras se desesperaban y llegaban
a pagar fortunas por ese supuesto elemento exclusivo que él le vendía a
“regañadientes”. Una vez hecha la transacción, al poco tiempo, volvía a
explicar que había construido otro mejor que el anterior y que no lo pensaba
vender, etc., etc. con esa historia hizo una fortuna notable con la que compró
varios campos, incluido uno en el Uruguay. Genio.
Hay una pequeña salita dedicada a las armas de la época donde
se puede leer algunos razonamientos que no había visto en ningún otro sitio.
Es digno de prestar atención al artículo que acompaña esta muestra:
"Exhibir armas, sin advertencia previa, debería ser considerado un acto de irresponsabilidad. No exhibirlas significaría que un patético cinismo nos ciega, ya que la historia de la humanidad y su presente demuestran que la violencia entre los hombres no ha disminuido; al contrario se ha sofisticado. Debe quedar claro, no obstante, que lo que aquí mostramos (aunque por el hecho de estar detrás de un vidrio nos parezca inocente, aunque su antigüedad le otorgue un halo inofensivo, hasta estéticamente bello, en cuanto a su diseño) fue fabricado con el objetivo de matar, de producir la muerte.
Y finalmente una sala que muestra la evolución del país,
donde puede entenderse la inmigración irlandesa ya que las mayores
exportaciones del país eran las lanas utilizadas en la revolución industrial
inglesa. Los posteriores cambios con el desplazamiento de los ovinos hacia la
árida Patagonia y su reemplazo por los vacunos. Existe un porta rapé hecho con
la cabeza del primer carnero merino introducido al país.
El parque que lo rodea está bien cuidado y muestra en una
mezcla de historia y modernidad obras escultóricas de las escuelas actuales, un
tallado en el tronco de un árbol que cayó durante una tormenta y varios cañones
que habían pasado a desuso y como tales se los utilizaba como guarda cantones,
es decir como un simple hierro colocado en las esquinas para que no se subieran
los carros tirados por caballos que por allí pasaban. Fueron rescatados y hoy
duermen su sueño de viejas batallas en el parque del museo.
Fue un viaje al recuerdo con la satisfacción de haber visto
algo que merece ser recorrido. Ojalá hubiera muchos más lugares como este.
A
nuestro regreso pasamos por Tecnópolis, una modernidad construida por el
gobierno actual y que, desapasionadamente, es algo totalmente distinto. Ya lo
contaré en otra oportunidad.
Siempre es un placer leerte tío Alberto
ResponderBorrarAdmiro el placer de sus paseos tan importantes y tomarse el trabajo de publicar, compartir con detalles éstas maravillas para aprender y admirar. GRACIAS ALBERTO Y MIRTA!!!!!!!!
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