EL PARAISO O EL INFIERNO

Cuando uno expone sus trabajos al publico puede tener una respuesta agradable o ser ignorado olímpicamente. Pasamos del paraíso al infierno en pocos instantes. Y uno debe hacer el ejercicio de construir lo que le gusta sin importarle lo que el otro piense. Si algo es bonito para mi deberá ser suficiente. Es un ejercicio difícil. Las caricias son agradables, pero lamentablemente hoy las manos están para otra cosa.

martes, 28 de julio de 2015

ESOS DIAS

Hay días.
Esos día en que quisieras ser otra persona.
Evaluemos.
Las cosas no están bien. Todo conspira para que las cosas no estén bien y cada posible solución queda atrapada en un callejón sin salida.
El humor, El mal humor comienza a invadirte. Lenta y progresivamente se va haciendo tu dueño.
Como esos motores que humean mientras tratan de funcionar y cada vez el tóxico que despide se vuelve más negro y más denso, te vas contaminando hasta entrar en un estado depresivo que maneja tus actitudes más allá del raciocinio, de la lógica, de lo que debiera ser.
El ánimo se oscurece y sólo ves la parte negativa de las cosas.
Y entonces surge la frase inevitable: quisiera estar muerto.
Y uno revuelve en su mente y piensa: ¡cómo cambiarían las cosas si uno se muriera!
Posiblemente los problemas se resolverían, yo dejaría de sufrir y los demás estarían mejor.
O entenderían lo mal que se comportaron y corregirían ese comportamiento y… todo sería distinto.
Si… Claro.. ¿Pero yo no me enteraría?. Todo ocurriría y posiblemente sería mucho mejor pero yo no me podría enterar.
¿Y entonces… de que me sirve? Absolutamente de nada.
Al menos para mí…
Y entonces es cuando uno descubre que no quiere morirse… quiere transformarse en otra persona… en alguien que pueda ver los cambios, las variaciones que su desaparición produce… alguien que viva sin el peso de la angustia en un mundo diferente…
¿Pero irse? No gracias. Los demás ganan y yo me jorobo… no es negocio…
¿Y qué ocurriría si uno consiguiera fugarse de su yo, atormentado, golpeado, maltratado, y se transformara en otro individuo que puede ver, desde afuera, como se modifica el mundo sin su existencia previa?
Lo más probable sería que al interactuar con los demás llegaría al punto en el que se volvería a sentir agobiado, superado por las circunstancias, abandonado por los que le prometieron ayudarlo y luego se olvidaron de sus promesas, y la angustia retornaría con igual o más fuerza que la vez anterior.
Y entonces diría: “Como desearía estar muert.. ¿Y después que?...  ¿Cómo me entero, etc, etc.?
Y el ciclo volvería a comenzar.
Finalmente lo lógico sería terminar, cortar la cadena y dejar que el barco se hunda…
Pero para eso tenés que cruzar la línea. Esa línea intangible que determina la normalidad de la patología. Donde el después no me importa. El dolor es tan intenso que en lo único que pensás es que se acabe de una vez. ¿Qué el mundo se va a modificar? Pues que se modifique, yo ya no tolero más este peso atroz que no me deja respirar, que me va a matar, de cualquier manera, por asfixia, por el agudo punzón que siento clavarse y retorcerse en mi pecho…
Pero no has cruzado esa línea. Querías que todo cambie para vivir mejor, para que la tortura de seguir adelante deje de ser tortura y se transforme en el mundo que soñás y por el que luchas todos los días.
Y entonces levantas la cabeza. Ponés cara de idiota y, como el payaso triste del circo, ofrecés tu cara para la próxima cachetada. Ya llegará el momento, en que todo estalle como una piñata o se arregle definitivamente como siempre lo has querido.

En fin, un día de esos, uno más.

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