EL PARAISO O EL INFIERNO

Cuando uno expone sus trabajos al publico puede tener una respuesta agradable o ser ignorado olímpicamente. Pasamos del paraíso al infierno en pocos instantes. Y uno debe hacer el ejercicio de construir lo que le gusta sin importarle lo que el otro piense. Si algo es bonito para mi deberá ser suficiente. Es un ejercicio difícil. Las caricias son agradables, pero lamentablemente hoy las manos están para otra cosa.

martes, 14 de julio de 2015

LA VERDAD DE LAS COSAS IV

 

 Aprendí medicina a la vieja usanza. En realidad esto es una falacia porque la ciencia médica siempre ha sido una y los conceptos básicos no pueden cambiarse aunque la tecnología evolucione y el tiempo vaya pasando.
La observación del paciente, entenderlo como un todo donde cualquier enfermedad va a dar múltiples signos y síntomas que el médico va a poder observar. El interrogatorio exhaustivo para conocer las características de la enfermedad, los antecedentes familiares que pueden dar una orientación cierta, sus antecedentes personales que definen posibilidades patológicas. La lectura detallada de los valores de las pruebas de laboratorio, que se complementan, y ayudan a sumar a la sintomatología invocada. Y hoy, la observación minuciosa de los distintostipos de estudios que se le pueden solicitar, guiados por todo lo anterior, hacen que la posibilidad de diagnóstico sea mucho más certera y se facilite, con lo que se agiliza el tratamiento y la cura, cuando esta es posible.
Todo eso, en cualquier especialidad que sea, lleva un tiempo que no puede obviarse. Se ha establecido que una consulta no puede durar menos de media hora, lo que es algo lógico. Y si se presta atención dice no menos pero no dice cuanto más.
Los sistemas actuales han ido reemplazando al médico por lo que yo llamo técnicos de la medicina. Individuos que en quince minutos o menos tienen que “sacar “ al paciente. Y alguien que daba una charla, hace unos días, decía: “al menos te dan un diagnóstico”. ¿Es eso cierto? En algunos pocos casos si. En una mayoría o dan un mal diagnóstico o derivan al paciente hacia un especialista que no ve más allá de que lo que es su especialidad y que recibirá al enfermo después que su enfermedad ya haya avanzado, según cuanto sea la demora en conseguir el turno.
Cuando fui estudiante nos enseñaron que el 70% de las enfermedades tienen un componente sicológico. El enfermo entra al consultorio con temor, con la angustia de no saber que le van a decir. La primera función del médico es manejarle esa angustia. Hacerle sentir que a partir de ese momento frente a él hay alguien que se va a preocupar por su problema y va a hacer todo lo posible por ayudarlo. ¿Cuánto tiempo lleva eso? ¿Se puede medir en la unidad de tiempo o debe mensurarse en relación a la necesidad individual de cada paciente?
Todo eso es lo que nos enseñaron y le enseñan a los médicos en la actualidad. Es muy bonito, lástima que choca con la realidad. Cuando el joven pasa de ser un estudiante avanzado a un médico recién recibido, se ve obligado a trabajar para alguna empresa prestadora de atención médica y cuya única finalidad es la económica. Obligan a aquel que se inicia a atender cuarenta pacientes en una hora, cosa que resulta imposible, salvo que ni siquiera salude a la víctima, no la haga sentar, no la revise y la medique con lo que le parece, según la respuesta a una o dos preguntas que le hace a gran velocidad. Algunos tratan de escapar por el lado de la cirugía, suponiendo que el cirujano opera y no tiene relación alguna con el paciente. Nada más falso. En un conocido hospital público, destinado a la cirugía, el primer paciente que operaron por una apendicitis, en realidad padecía de una inflamación del ciego y le quitaron el apéndice sin ninguna necesidad.
Podría seguir hablando, y mucho, de la actividad médica, de su obligación del conocimiento farmacológico de los productos que usa o de los que está usando su ocasional paciente, de su perfeccionamiento permanente y actualización obligatoria, etc., pero, en realidad, quiero referirme a algo mucho peor. Algo mucho más grave. El paciente. El paciente y su increíble ignorancia.
Habitualmente, ya que hay excepciones, el paciente padece de una enfermedad común que es la ignorancia y la soberbia. Unos más que otros, pero al fin, podría decir que todos caen en la misma bolsa.
Normalmente cuando llegan a la sala de espera preguntan cuánto les falta. Si el tiempo a esperar es mucho protestan sistemáticamente, pero si encima el médico tarda en la consulta lo que menos hacen es preguntar si está operando. Comienza el zum-zum suavemente y termina generalizándose la protesta en la sala de espera. Cuando entran a la consulta posiblemente tarden lo mismo que el anterior y se irán felices de que encontraron un médico que los atendió como corresponde, cumpliendo con todos los pasos que la medicina enseña. Sin embargo muchos no habrán de volver a la consulta. “No.. es que tarda demasiado… y para hacer un par de anteojos o una conjuntivitis me voy a cualquier lado… ahora si el problema es serio, entonces si… vuelvo”. “Yo soy de la obra social Pirulo… y no tengo por qué esperar tanto” creen que por que tienen un Prepago caro tienen más derecho que cualquier otro ser humano. La medicina no sabe de diferencias. Todos son iguales y tienen el mismo derecho a ser bien atendidos. Por otra parte mucho de esos privilegiados que pueden pagar prepagos “alta gama” no saben que su obra social le paga menos al médico que un paciente particular o uno que sea de PAMI. Y lo que es peor discuten, porque ya se han leído todas las malas informaciones de Internet, cualquier medicamento que uno puede indicarle. Además, se automedican como si la carrera de medicina fuera tan fácil que se puede aprender en un artículo de una revista de modas.
Lo más interesante es que a muchos de ellos los vamos a encontrar esperando su turno para comer en algún restaurante de moda o  haciendo la cola en un banco sin protestar ni decir palabra alguna. ¿Puede ser posible que para comer algo, que posiblemente les haga daño, son capaces de esperar todo el tiempo que haga falta y para hacerse atender por el médico que les puede salvar la vida protesten con entusiasmo digno de mejores causas?
Hoy estamos frente al mundo “fast”. Comida rápida, pago por cajeros, autoservicios, y hasta medicina “fast”. “Al menos te dan un diagnóstico”.
Por suerte siguiendo nuestra línea de conducta, respetuosamente, sin esperar a que nos descarten por viejos, mi esposa y yo nos hemos retirado. Ya no ejercemos esa medicina, que nuestros maestros nos enseñaron y que pusimos al servicio de nuestros pacientes por cuarenta años.
Lo único que nos preocupa, en la actualidad, es que estos “técnicos médicos” son los que nos van a tener que atender a nosotros, en un futuro no muy lejano.


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