EL PARAISO O EL INFIERNO

Cuando uno expone sus trabajos al publico puede tener una respuesta agradable o ser ignorado olímpicamente. Pasamos del paraíso al infierno en pocos instantes. Y uno debe hacer el ejercicio de construir lo que le gusta sin importarle lo que el otro piense. Si algo es bonito para mi deberá ser suficiente. Es un ejercicio difícil. Las caricias son agradables, pero lamentablemente hoy las manos están para otra cosa.

martes, 1 de octubre de 2013

SALMO PLUVIAL






Hoy me levanté muy temprano y la luz del día anunciaba tormenta. Se olían en el aire las gotas de lluvia prontas a caer. Y eso me recordó este poema que amo. Y también me llevó a una reflexión. Todos aquellos que nos sentimos poetas, no aquellos que escriben frases grandilocuentes sin rima ni métrica (le han llamado a su incapacidad verso libre, lo que suena muy gracioso) sino aquellos que nos hemos preocupado por aprender lo que es un soneto, una redondilla, una décima. Que buscamos los términos adecuados y la rima justa ¡que avergonzados nos sentimos ante la belleza y simpleza de la descripción sencilla, sonora, lúcida de un poeta de verdad!  Vean lo que es esta pequeña conjunción de poemas del gran Leopoldo Lugones: Salmo pluvial.

Leopoldo Lugones




SALMO PLUVIAL




Tormenta

Érase una caverna de agua sombría el cielo;
el trueno, a la distancia, rodaba su peñón;
y una remota brisa de conturbado vuelo,
se acidulaba en tenue frescura de limón.

Como caliente polen exhaló el campo seco
un relente de trébol lo que empezó a llover.
Bajo la lenta sombra, colgada en denso fleco,
se vio el caudal con vívidos azules florecer.

Una fulmínea verga rompió el aire al soslayo;
sobre la tierra atónita cruzó un pavor mortal;
y el firmamento entero se derrumbó en un rayo,
como un inmenso techo de hierro y de cristal.

Lluvia

Y un mimbreral vibrante fue el chubasco resuelto
que plantaba sus líquidas varillas al trasluz,
o en pajonales de agua se espesaba revuelto,
descerrajando al paso su pródigo arcabuz.

Saltó la alegre lluvia por taludes y cauces,
descolgó del tejado sonoro caracol;
y luego, allá a lo lejos, se desnudó en los sauces,
transparente y dorada bajo un rayo de sol.

Calma

Delicia de los árboles que abrevó el aguacero.
Delicia de los gárrulos raudales en desliz.
Cristalina delicia del trino del jilguero.
Delicia serenísima de la tarde feliz.

Plenitud

El cerro azul estaba fragante de romero,
y en los profundos campos silbaba la perdiz.