El pañuelo en el cuello y ladeado el sombrero,
con el gabán al tono, de color verde oscuro.
Es el porte elegante, del gentil caballero
que se mira orgulloso, enhiesto y sin apuros.
Inteligente… ¡Oh, Dios… que mente inteligente!
Sus ideas alumbran las sombras de este mundo.
Y la imagen sin dudas, brillante, le devuelve
un aspecto ingenioso, intelectual, profundo.
La belleza reluce cuando se le compara
con las flores. Las aves, en su vuelo nocturno,
le forman una corte que, humilde, la acompaña
y ella se ve perfecta como un diamante en bruto.
Escribió una poesía. Sintió que era un poeta.
Pinto una obra de arte, de eso estuvo seguro.
Tarareó una canción mejor que alguna orquesta.
Hizo una escultura que exhibió con orgullo.
Ni elegante, ni bella, ni cantor o poeta.
Tampoco inteligente, o quizás dramaturgo.
El espejo devuelve la imagen que tú quieras.
Todo lo verdadero quedará siempre oculto.
Cada uno se mira y se ve en el espejo
tal como quiere verse, y se siente seguro.
Y está bien que eso ocurra. Es por ello que pienso:
¡La vida es para eso, solo dura un segundo!
Alberto Colonna
Junio 2017
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