EL PARAISO O EL INFIERNO

Cuando uno expone sus trabajos al publico puede tener una respuesta agradable o ser ignorado olímpicamente. Pasamos del paraíso al infierno en pocos instantes. Y uno debe hacer el ejercicio de construir lo que le gusta sin importarle lo que el otro piense. Si algo es bonito para mi deberá ser suficiente. Es un ejercicio difícil. Las caricias son agradables, pero lamentablemente hoy las manos están para otra cosa.

lunes, 24 de febrero de 2014

UN LUGAR EN EL MUNDO

Parque nacional Sierra de las Quijadas
Ubicado en los departamentos de Belgrano y Ayacucho, a 116 km de la capital puntana, el PN Sierra de las Quijadas cuenta con una extensión de 150 mil hectáreas, y una historia de 300 millones de años.
Tras soportar una constante erosión del viento y del agua, este desierto terminó por modificar su composición. Hoy impactan sus muros de arenisca, rojizos y grisáceos, con formas caprichosas, su variedad de flora típica de climas áridos, sus huellas de dinosaurios y sus fósiles milenarios.
En el parque se destaca el «Potrero de la Aguada», una microcuenca que confluye en un bajo, donde nace el río con el mismo nombre que sólo en la época de lluvia recorre el lugar. En el resto del año, su curso sólo presenta arena y rocas.
De la magnificencia de estas formaciones rocosas se han recuperado más de 1000 fósiles entre los que se destaca el cráneo del Pterodausto Guiñazui, reptil volador que actualmente forma parte de una colección del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional de San Luis.
Su máxima expresión es "el Potrero de Aguada": sucesión de graderías, acantilados y cornisas rojizas y sedimentadas. Durante su recorrido se pueden ver a lo lejos, al Sur el Cerro Portillo y al oeste lasLagunas de Guanacache, que son el límite natural con la provincia de Mendoza.
Los amantes del trekking pueden optar entre 3 tipos de circuitos: Miradores Superiores, La Huella del Saurio y Los Farallones. Sólo el primero es gratuito y autoguiado, para los otros dos es necesario contratar un guía y disponer de tiempo: dos horas y media y cinco horas, respectivamente.
Yo tuve la suerte de poder visitar este lugar, desconocido por muchísimos argentinos, cuando apenas era una meta turística más y no estaba protegido por Parques Nacionales.
Hay dos versiones sobre el nombre de la región. Una que dice que visto desde las alturas tiene forma de quijada, cosa poco probable porque el nombre viene de mucho antes de que tuviera la posibilidad de volar. La segunda versión, más lógica, es la que cuenta que los habitantes de la región, y muchos que provenían de Chile, cuando arrasaban con sus malones las poblaciones que pretendían establecerse, desde el sur de la provincia de Buenos Aires hasta la Patagonia, llevaban hacia ese lugar el ganado robado, donde lo agrupaban hasta que los comercializaban del otro lado de los Andes. Muchos animales morían en la zona y, cuando se descubrió el lugar, el área estaba llena de quijadas de los vacunos muertos, lo que hizo que se le conociera con ese nombre.
Lo apasionante es que es una región que mucho antes de los seres humanos estuvo poblada por Dinosaurios, algunos más pequeños que los popularmente conocidos y otros muy similares a los pterodáctilos que conocemos en la actualidad.
Pero hay un detalle que asombra. En una de sus rocas se encuentra la impronta de la pisada de uno de estos animalitos. Aparentemente, eran terrenos blandos, que fueron cubiertos por otros sedimentos, también de poca consistencia. Algunos endurecieron con el tiempo y el resto se fue disipando con los vientos de la región hasta dejar al descubierto esta joya que nos asombra y nos empequeñece.


Pude caminar por el lecho de un rio que solo se hace presente en tiempos de lluvia, el Torrente de la Aguada, hasta el nacimiento del mismo, en un pasillo de unos cuatro o cinco metros de ancho entre farallones de 300 metros de altura.
Puedo asegurar que fue una experiencia inolvidable, donde uno se sentía en un set de filmación, no podía creer lo que veía, la magnitud de las paredes rojas labradas por el viento, y el silencio, un silencio increíble, que quien nos guiaba, resaltó cuando volvimos, ya cayendo la noche, bajo un manto de estrellas, que en San Luis, no sé por qué razón, se ven más brillantes que en otros lugares, y nos detuvimos a descansar al borde de los acantilados, después de un recorrido de unos 12 Km, de ida y vuelta.


Como dato anecdótico les cuento que en ese lugar se filmó, y tiene una historia muy peculiar, una película llamada “Un lugar en el mundo”. Dirigida por Adolfo Aristaraín y protagonizada por Federico Luppi, Cecilia Roth, José Sacristán y Leonor Benedetto, fue la segunda película en la historia, que fuera nominada para el Oscar al mejor filme extranjero y luego retirada del concurso. Es algo para hacer otro post y, en otra oportunidad, me dedicaré a esto, baste con decir que obtuvo numerosos premios, destacando la Concha de Oro en el Festival Internacional del Cine de San Sebastián y el Premio Goya a la mejor película de habla hispana




4 comentarios:

  1. Un lugar mágico. La sensación de elevación espiritual que se siente allí es única. Sentarnos a ver el atardecer es una experiencia que jamás olvidare. Uno de los mejores momentos de mi vida.
    Muy buena publicación. Me encanto.

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  2. Un lugar precioso donde perderse y olvidarse de todo. Por cierto, no conocía que la película se había rodado ahí. Un saludo!!

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  3. Muy hermoso lugar, y bello doblemente por las curiosas huellas de la historia.

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  4. Un lugar magnífico. Me ha recordado al Torcal de Antequera (en Málaga), aunque sin pisadas de dinosaurios ni otros saurios voladores ;)

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