EL PARAISO O EL INFIERNO

Cuando uno expone sus trabajos al publico puede tener una respuesta agradable o ser ignorado olímpicamente. Pasamos del paraíso al infierno en pocos instantes. Y uno debe hacer el ejercicio de construir lo que le gusta sin importarle lo que el otro piense. Si algo es bonito para mi deberá ser suficiente. Es un ejercicio difícil. Las caricias son agradables, pero lamentablemente hoy las manos están para otra cosa.

lunes, 24 de febrero de 2014

CUENTOS DEL DESVAN

EL ANILLO

Recibí una carta dirigida a mi madre. Era extraño ya que ella había fallecido ocho años atrás. La abrí, intrigado. Provenía de la administración del Cementerio de Mercedes, desde donde se le informaba que dentro de sesenta días vencía el usufructo de una bóveda.
Mi madre era oriunda de esa ciudad y hacia allí me dirigí para ver de qué se trataba. Al presentarme con la documentación que demostraba que era su hijo y único heredero, me enteré que mi familia materna había tenido una bóveda desde hacía noventa y nueve años y había que renovar dicho usufructo po otro tanto o retirar los restos que se encontraban en ella. Pedí verla. Era muy hermosa, con hermosos detalles de construcción, abandonada, con candado y cerradura llena de herrumbre. Pregunté por la llaves y, con una sonrisa, el empleado del cementerio me explicó que las llaves tenía que tenerlas alguien de la familia, o sea, yo.
Me dirigí a la ciudad a buscar un cerrajero, pero me olvidé que en el interior la siesta es sagrada.
Volví a casa dispuesta a volver provisto de cerrajero, cerradura, cadena y candado nuevos.
A la semana siguiente abrimos la puerta. El lugar era pura mugre. Había seis cajones y ocho urnas, algunas con placas. Volví a cerrar. Le di un juego de llaves a uno de los cuidadores del cementerio y le tiré unos cuantos pesos para que limpiara todo; en quince días volvería.
Cuando todo estuvo limpio y en orden, decidí renovar el usufructo. Dejándola en condiciones era un buen lugar para trasladar los restos de mis padres y hermano. Comencé a inventariar los difuntos. Entre los que tenían placas identifiqué a mis abuelos maternos, mi bisabuelo, algún tío de mi madre y algunos parientes lejanos. Se me presentó un problema: dos cajones vetustos tenían la escritura borrada por el paso del tiempo. Tomé coraje y los abrí. Uno tenía una cadena de oro con un grabado que decía “To Alice”. El otro, tenía un anillo, también de oro y con una perla con la inscripción “With love, Jack” y un diario escrito en inglés e irlandés con prolija caligrafía. Me puse a buscar los datos en los libros de la administración, bastante arruinados por la humedad y las ratas. Encontré a Alice, quien resultó ser una prima de mi abuela materna. Y además, descubrí que mi abuela materna, había sido enterrada en algún lugar fuera de la bóveda. ¿Qué hacía el anillo en esos huesos? ¿Quién era? No encontré nada en los registros.
Llevé el diario a casa y, en mis ratos libres, comencé a leerlo lentamente, ya que mi inglés no era muy bueno y mi irlandés imposible, con sendos diccionarios bilingües a mano. Viajé al pasado, a Irlanda, de allí habían venido mis parientes. Se trataba del diario de Catherine, la amante de mi bisabuelo, la amante de Jack. La tuberculosis le había ido consumiendo la vida y, por la última fecha escrita, falleció, allá, en Irlanda, antes que mi bisabuelo y su familia viniesen aquí. Se veía que la había amado mucho para traer sus restos y dejarlos junto a los suyos.
Una tarde, devolví el anillo y el diario a su lugar y cerré la bóveda con la esperanza de sentir, algún día, lo mismo.

Gladys Haydée Delgado. 2013

Ed. Imaginante. 
                           

5 comentarios:

  1. Que maravillosa manera de escribir que tiene nuestra amiga Gladys. Uno de los mejores regalos de estos últimos tiempos ha sido recibir su libro e irlo saboreando lentamente...

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  2. A pesar de no compartir el interés por los cementerios si comparto la curiosidad por saber más de mis antepasados, sobre los que conozco poco y en lo que sí estoy de acuerdo con ustedes es en que es un muy buen relato.

    Un abrazo.

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  3. Todas las familias tienen esqueletos en sus armarios, aunque algunos esqueletos son hermosos. Buen relato. Un saludo.

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  4. Una vuelta al pasado encriptado (en muchos sentidos) contado con sencillez y sin pericias argumentales. Puro placer por la escritura. Enhorabuena a la escritora.

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