la prisa es mal consejera,
y cuando llegue a la esquina
doblé, girando a la izquierda.
Pensé que podía avanzar,
pero se cerró el camino.
en vano intentar pasar
porque cerraba el espino
Desanduve el recorrido,
buscando encontrar la huella.
Pero no pude lograrlo
¡Maldita sea mi estrella!
Marché sin perder la guía,
camine una larga senda,
el tiempo se fue pasando
y seguía dando vueltas
Cayó la noche y la luna
me miraba sorprendida.
Comprendí que me quedaba,
una sola alternativa
Atravesé las barreras
sin pensar en las espinas,
dejé jirones sin pena
en busca de la salida.
Las heridas aun se notan.
Quedaron profundas huellas.
De la ropa ni te cuento,
me he quedado sin remera.
Y aun me repito hoy
Por que no seguí mi instinto
¡quien carajo me hizo entrar
en un puto laberinto!
Mucho me temo, mi querido Alberto, que entrar en laberintos es inevitable y aunque tu salida fue algo accidentada, estoy segura de que siempre encontrarás el camino y por lo que te conozco, sino harás una salida nueva. Muchos besos mi querido amigo
ResponderBorrarGracias Amparo. No hace falta decir quien me metió. La prueba la tienes en la imagen. Menudo laberinto es la vida pero de ella siempre se sale. Un abrazo gigante.
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